La leche frita es un postre irresistible y fácil de hacer en casa que destaca por su interior cremoso y un rebozado ligeramente crujiente. Es tradición disfrutarlo durante las celebraciones de Carnaval y Semana Santa. Lo mejor de todo es que puedes hacer este dulce clásico con muy pocos ingredientes y de forma muy sencilla. ¡Vamos a prepararla!
Todo lo que debes saber para hacer leche frita
Aunque la leche frita es un postre muy sencillo de preparar, hay varios truquillos que te ayudarán cuando hagas esta receta. Desde cómo lograr una textura cremosa hasta conseguir un rebozado crujiente y dorado.
Cremosidad
Para conseguir esa textura cremosa deseada en la leche frita, es necesario utilizar leche entera.
La leche entera aporta cremosidad a la leche frita porque contiene un mayor porcentaje de grasa en comparación con la leche desnatada o semidesnatada. Esa grasa adicional no solo enriquece el sabor, sino que también influye directamente en la textura.
Aromatizar la leche
Para aromatizar la leche simplemente hay que hervir durante unos minutos la leche junto con una rama de canela y piel de limón.
La canela añade un matiz especiado y dulce, mientras que el limón aporta frescura y un ligero toque cítrico que equilibra el dulzor del postre. Es importante utilizar solo la parte amarilla de la piel del limón , ya que la parte blanca es amarga y podría afectar el sabor final.
Deja que la leche hierva a fuego lento con estos ingredientes durante unos minutos, luego retira del fuego y deja reposar para que los aromas se intensifiquen.
Leche frita sin grumos
Un paso fundamental para que la leche frita tenga una textura suave y cremosa es evitar los temidos grumos al preparar la crema. La maicena es el ingrediente clave para espesar la mezcla, pero si no se incorpora correctamente, puede formar grumos que afectan tanto la apariencia como la consistencia del postre.
Para evitarlo, es recomendable disolver primero la maicena en un poco de leche fría antes de añadirla a la leche caliente. Esto ayuda a que se mezcle de manera uniforme sin formar grumos.
Cuajar y enfriar correctamente
Para conseguir que cuaje correctamente es necesario batir constantemente la mezcla mientras se calienta, preferiblemente con unas varillas manuales o incluso con una batidora de mano si es necesario.
Manteniendo el fuego a una temperatura media se consigue que la crema espese de forma gradual y uniforme. Cuando se despegue del fondo de la cazuela es el momento de retirarla del fuego.
El enfriado en la nevera es un paso clave para lograr que la leche frita tenga la consistencia perfecta. Una vez que la crema se haya espesado en la olla, es fundamental verterla en un recipiente previamente engrasado, alisando la superficie para que quede uniforme.
Al dejarla reposar en la nevera la crema adquiere una consistencia firme y manejable, lo que facilitará mucho el corte en porciones regulares.
Además, cuanto más tiempo repose, mínimo 4 horas y mejor si es de un día para otro, más estable será la textura, evitando que las porciones se deshagan al rebozarlas y freírlas.
Cortar con cuidado
Cuando la leche frita ha reposado en la nevera y ha tomado la consistencia adecuada, el siguiente paso es cortarla en porciones. Cortar con cuidado es fundamental para conseguir piezas perfectas que no se deshagan o se peguen.
Un truco muy útil es humedecer ligeramente el cuchillo antes de cortarlo. Esto evita que la masa se adhiera a la hoja y hace que los cortes sean más limpios y precisos. Puedes mojar el cuchillo en agua fría o incluso con un poco de aceite para facilitar el proceso.
Rebozado suave
El rebozado es importante hacerlo con suavidad para evitar que quede grueso y que la leche frita se rompa al manipularlo.
Lo ideal es que la maicena quede bien distribuida creando una capa ligera de harina. Luego, se bañan suavemente en huevo batido, procurando que queden bien cubiertos, pero sin presionar ni dejar que el huevo gotee en exceso.
Así se consigue un rebozado fino y uniforme para una textura crujiente y sin excesos de grasa.
Fritura correcta
Lo ideal es freír la leche frita en aceite bastante caliente, a 170-180ºC para que se dore rápidamente sin absorber demasiada grasa.
Para mantener la temperatura del aceite constante es recomendable freír pocas piezas a la vez. Sobrecargar la sartén provocará que el aceite se enfríe y el rebozado absorba más grasa de la necesaria.
Para eliminar el exceso de aceite, se colocan las piezas una vez fritas sobre papel absorbente, así quedará un rebozado más ligero.
Rebozar y comer
El toque final de esta receta es rebozar la leche, aún caliente, en una mezcla de azúcar con canela en polvo.
El calor ayuda a que el azúcar se adhiera bien, aportando un toque dulce y aromático que contrasta deliciosamente con el exterior crujiente.
La leche frita es deliciosa tanto templada como fría, y puedes disfrutarla sola o acompañarla con compota de manzana. Y los más golosos con crema pastelera o natillas.
¡Buen provecho, familia!






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